lunes, 27 de abril de 2009

Cuento: Mi casa y los perros (¿?)




El titulo me lo paso por la pija, la idea es que lean el puto cuento y listo.

Corta la bocha.

5 perros negros descansaban en el pórtico de mi casa.
Yo estaba mirando la tele, tranquilo, como siempre.
No entendían que me molestaban.
Miro por la ventana, pero los guachos siguen ahí, como si nada.
Y de nada LAS PELOTAS, ahí de nada había poco. 5 perros, para ser mas exacto.
Yo les iba a demostrar que me molestaban, entonces maté a 1 de ellos.
Los hijos de puta seguían ahí, y no solo eran 4 perros, ahora eran 7 perros, los 4 negros de antes + 3 medio violetas.
Como vi que fue bastante divertido matar al otro perro, en lo mas profundo de la punta de mi pija, me sentí un poco mas feliz, mas perros para mostrar que me molestaban, xq al parecer ellos no entendían mis acciones fáciles de entender.
Esta vez se me ocurrió la idea de tirarles un poco de carne con veneno, nada raro.
Los 4 perros negros se la comieron toda ellos solos, al parecer los otros perros son tan pelotudos para darle lugar a los otros negros, por el simple hecho de llegar primero.
A esos 3 perros violetas, les siguieron 2 perros medio amarillitos y 2 cuervos, listos para carroñar un poco de los demás perros.
Era un poco de noche, así que me acosté.
Los putos cuervos no me dejaron tranquilo toda la noche.
No solo no entendían que me molestaba el simple hecho que estén cerca de mi pórtico, sino que (peor aun), no entendían que me molestaban sus chillidos, y su forma de comer.
Por suerte uno es una persona precavida, y esta listo para estos casos.
Un par de disparos y los cuervos cayeron como cuervos baleados (¿cómo mierda iban a caer sino?)
Los 2 perros amarillentos se fueron corriendo al escuchar el estruendo.
Pero TE JURO, que los 3 perros violetas fueron tan hijos de puta que se quedaron ahí.
La cosa era fácil, los tenia que matar, y eso que yo les quería enseñar a llevarse bien con los humanos (me reconozco como docente), pero los hijos de puta no se querían ir.
La vida misma me dio la oportunidad de poder comprar un par de granadas, por si acaso, madre natura es caprichosa y dios abre ventas y puertas, y toda la gilada. La moraleja era que iba a hacer mierda a esos perros peteros.
Para no dañar mi pórtico, les tire carne en el medio de la calle, a la cual los perros hicieron caso omiso.
Los hijos de puta se la estaban jugando, esto era personal.
Me subí al techo de mi casa, y con mi rifle de precisión (que tenia en mi cuarto, xq uno nunca sabe a que distancia puede encontrarse el enemigo) comencé a disparar.
3 disparos, y eso que se creían tan vivos, ahora van a tener que creerse tan muertos.
Una de esas ironías que la vida te regala día a día, y uno tiene que aprender a gozar, xq sino uno seria un viejo choto y amargado.
No más perros. Por fin.
Ahora los hijos de puta que se quieran venir a hacerse los interesantes a mi puerta, lo van a pensar 2 veces.

El resto de la noche no pude dormir.
Seguro que iban a volver a romperme las pelotas.

Pasaron semanas sin poder dormir, y ellos no volvían.
Debían haber aprendido la lección (cosa que no me resultaba rara, siempre fue un gran educador).

Me puse a mirar la televisión, y… ¿qué mejor que Animal Planet para festejar mi reciente victoria?
Estaban dando un concurso, una carrera de perros, para ser mas especifico.
Luego de 2 horas de mirar el programa, decidí que esos perros eran bastante boludos, por lo tanto, yo tenía que ganar esa carrera, para mostrarle, que eran bastante boludos.
Los 2 perros amarillos, esos seguro que ganan, fueron tan vivos como para salir corriendo con los disparos.
Corriendo un par de cadáveres y tapándome la nariz fui en busca de los galgos dorados.
Luego de caminar por una hora encontré a uno del par.
Ahí comiendo de los basurales, era tan pelotudo como los perros violetas.
Debía haber corrido siguiendo al otro perro, mucho más astuto.
Con ese no iba a ganar ninguna carrera, solo me quedaba sacarle el sufrimiento con mi cuchillo de bolsillo (que siempre resultaba mas útil de lo que parece).
Luego de pasar… 1 o 2 meses buscando al otro can, lo pude encontrar.
Ahí, durmiendo bajo un árbol en una tarde calurosa, como un rey.
Ese era el perro que estaba buscando.
Decidí volver a mi casa, dispuesto a entrenar al perro y volverlo un campeón.
Caminamos un tiempo largo mientras el me daba muestra de su astucia.
Su caminar era imponente.
Creo que ese perro es mi versión canina.
Dios debía estar mirándonos y debía estar asombrado por su propia obra.
Que casualidad podría existir de que yo me encuentre con mi yo canino?
Llegamos a casa.
Las ventanas estaban abiertas.
Había 3 intrusos en la casa.
Si tuviera que describirlos, creo que lo único que atinaría a decir es que son bastante violetas.
Las llaves no entran en la cerradura.
Veo una imagen violeta en el techo de mi casa, tiene en sus manos un rifle.
De repente veo un par de cuervos mirándome… se están relamiendo.
Salgo a correr, mi dorado can corre detrás de mí.
Dos balas le bastaron.
Ni mi dorado perro ni yo pudimos eludir las balas.

Siempre me quede con la duda de si era mi verdadera casa.
Siempre me quede con la duda de si el dorado can era mi viva imagen.
Siempre me quede con la duda de si hubiéramos ganado la carrera.
Siempre me quede con la duda de elegir a los 3 perros violetas.
Siempre me quede con la duda si hubieran sido una buena mascota.

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