lunes, 27 de abril de 2009

Sus labios rojo humo




Ella nos vacilaba, nos tiraba pequeñas puntas.
Era todo un mapa, pero la luz era muy tenue y ninguno tenía anteojos.
Ella hablaba.
Al otro le importaba, las bujías me decían algo más importante en ese momento.
De repente cuando ella dejó de hablar, las bujías solamente parloteaban sobre lo que habían visto en TV.
Hablaban sobre culos y tetas, lo que me gustaría tener en este momento en mis manos.
Vamos a un hospital para autos.
A mi me parecía que además del los típicos comentarios sexistas, el motor andaba lo mas bien.
Pero ella seguía dándonos caña con que teníamos que internarlo.

Pasaron dos meses, de ella no se nada.
De mi auto tampoco, pero lo pienso recuperar.
No como a la otra frígida que me dejó al no tener auto.
Al otro no lo vi mas, creo que se fue a tocar a una banda de punk.
Para mi le faltaba nafta, era un revolucionario conformista.
Me corroía la ira de que tal vez se la haya volteado y yo me encerrara en el baño matándome a pajas, con la culpa de haber dejado el auto en ese hospital de mierda.
Estaba casi como nuevo!!!

Me hubiera quedando hablando con mi auto sobre tetas y culos, sobre lo puta que era tal mina o sobre lo que fuera.
Todo por estar con esa boluda hablando de alguna coludes que ahora no recuerdo.
Tal vez nunca la escuche, pero escucharla toda la cena ya fue demasiado.
El bife de chorizo estaba bueno, las papas estaban alucinantes.
La cagó la mina, todo el día hablando de giladas.
También la cagó el otro pajero, todo baboso, siguiéndole el cuento a la otra.
Imagínate si se robaban el auto…
Tiene la mejor alarma, seguro que va a sonar.
Seguro que esta boluda esta hablando para tapar el sonido de la alarma. Que hija de puta.
Y este boludon acá apurado… ¡por dios! ¿No ve que el bife de chorizo está buenísimo?
Quiero disfrutar en paz.

Estos dos meses fueron los más ocupados de mi vida.
El día se corría para llegar a la noche, que duraba años.
El kiosco se quedo sin preservativos y el viaje a la farmacia eran 2 cuadras insufribles.
Los gemidos de las chicas me dejan aturdido hasta el día de hoy.
Pero algo no encaja en esta utopía.
Y ahora lo recuerdo.
Tengo que ir a buscar el auto… pero no se donde…
Creo recordar algo de aquella noche…
Después de deambular horas por la ciudad creo reconocer el afamado hospital.
Toco la puerta, me abre el pajero punk.
Algo me decía que el auto estaba en el garaje del edificio…
Algo no… mi memoria, que está tan avispada como siempre.

Me hace pasar, con una sonrisa de oreja a oreja.
Yo solamente quería el auto…
Cuando de repente, abrazándome me dice:
- si amigo, el auto lo tengo yo.
Entregándome las llaves y dirigiéndose al ascensor me contaba de la magnifica noche que habíamos tenido.
Me abre la puerta del garaje, me subo al auto.
Todavía no podía reconstruir la historia que me contaba, pero al final todo encajó en su lugar con su despedida:
“que minusa que te conseguiste el otro día, boca sucia como pocas. Pero rendidora como pocas. Nunca pensé que iba a ir al frente, menos hacer todo lo que nos estuvo diciendo. Por suerte que mandaste la excusa del auto, y por suerte estaba cerca mi casa. Lastima que fue mi ultimo garche en dos meses, pero bueno, te devuelvo el autito que debes estar como loco.”

Luego de esa charla puse en venta mi auto…
Por las dudas, si en un clasificado ven un volkswagen polo classic rojo, no lo compren.

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