viernes, 8 de mayo de 2009

Yo pensaba (decile)

Yo pensaba que te conocía,
Solo te hacías,
No te resistías,
Y mis sueños nunca compartirías,
Todo eran más mentiras.

Pero a la noche, ahora que te recuerdo,
No puedo más, desespero.
Ya no me importan más los hechos.
Miento, sabes que te quiero,
Más allá de cualquier pero,
Lo nuestro fue más que un momento de boludeo que se cuenta con minutero.

Siento la gravedad agarrándose de mi mente,
Y tus palabras son balas que mi ser resiente.
Déjame inconciente,
Que sin vos nada se resuelve.

El eco de tus palabras retumba en mi cabeza,
Mientras intento matarte con litros de cerveza.
Ya no interesa.

Sigo buscando las razones por las que deje de amarte,
Mirando por la ventana intentando encontrarte.
Ya no es relevante nada de tu baile embrujante,
Perra andante,
Seguís siendo un circo ambulante.

Pero a pesar de esto que te digo,
Sabes que nuestro deseo es el mismo,
Y si pudiéramos cumplirlo,
Estaría abrazándote, agradeciéndole al cristo.
No hace falta decir “te quiero”,
Pero sabes que mis errores hablan primero.

Y al cruzar la calle, intento encontrarte,
Pedazos de tu semblante,
Recorriendo mí ser errante,
Como un sueño desechable,
Y aunque las noches pasen y la lujuria me hable,
Sabes que busco construir el castillo de sueños que vos derrumbaste.


Quiero que me digas que romper corazones no es tu vocación,
Decime que hacerme sufrir solo fue un error.
Quiero saber que parte de mi te llevaste con vos,
Decímelo ya, a ver si se alivia este dolor.

Hoy no soy más que una parte de tu desastre,
Arrastrándome, buscando una señal,
Que no me haga mal,
Del día que me dejaste.

Yo quería ser tu hombro en los tiempos de melancolía,
Yo quería abrazarte y decirte que todo pasaría,
Yo pensaba amarte como nadie lo haría,
Pero la realidad me golpeo, como solo vos podías.

Yo tenía todo para ser el único que tu corazón elegiría,
Pero el camino se desvió, tu paciencia se cansó,
Y no quisiste pasar una noche de vigilia.
Para vos yo no era nada, solo un bobo que dejarías.

Yo soy el que por sufre las noches sin dormir,
Vos te despertás sonriente,
Mientras yo me quiero redimir.

Yo soy para el que transgredir solo es un verbo.
A pesar de tu sentir, yo no escapo del tormento.

Yo soy el que quiere estar junto a vos todas las noches de este invierno.
Vos sos la que le da letra a este pobre perro,
Patotero,
Versero,
Carroñero,
Pero sobre todo sincero.

Yo soy el que desespera si no estas,
Soy yo el que se queda vagando en ansiedad.
Vos sos la que me da mesura,
En mis tiempos de locura.
Pero pasan las horas y nada me saca esta amargura.

Decile a mi corazón que esta noche no deje de latir.
Dame un poco de razón estoy cansado de huir.
Decile a tu seducción que a la noche no puedo dormir.
Dame un poco de pasión, necesito volver a sentir.

lunes, 4 de mayo de 2009

Cuento: Estoy rodeado




Estoy rodeado, no los puedo ver, pero bien rodeado estoy.
Nadie me lo dice, aunque tampoco tengo a nadie cerca para confirmarlo (nadie que consideraría información fidedigna), pero están ahí, te lo juro, están ahí.

Miro por la ventana y están ahí, esperándome.
Hay por dios, si no tuviera tanto miedo iría.
Vah miedo no es, pero es algo que ronda por esos lugares inhóspitos, cercanos a la soledad.

No me van a hacer daño… posiblemente…
Pero imagínate que hay uno camuflado entre ellos.

Puta, negra… ¿qué te puedo decir yo?
No soy la persona mas honesta que conozco.
Tampoco te podría decir que no lo soy, ahí radica parte del problema.
¿No fui yo quien no se animo a abrir tus cartas?
¿No fui yo el que se marcho sin contestarte?

En parte estoy seguro que si,
Pero parte mía piensa que fuiste vos la que trazo líneas sin sentido destinadas a no ser leídas.
Todo esta hecho para amar me decías,
Pero tu tono cada vez se distorsiona más, cada vez se siente mas acido y más amargo (parece que el tiempo es el ingrediente básico del Fernet).

En el fondo me gustaría que tus palabras hubieran sido grafos dispuestos a golpear y herir, me haría sentir cómplice de un juego que ambos podríamos jugar, sin limitaciones.

Me gustaba cuando vos eras la escritora de mis pasiones y me las vendías en forma de besos y flores (lastima los días que venia sin dinero, no te fiabas, no me fiabas).
Eran esos días en los que me llamaban trovador,

Esos días cuando te devolvía sueños e ilusiones, en forma de melodiosas canciones, sin rencores - puras versiones -, de las mismas pasiones que me dabas mientras me decías “estoy enamorada”... mirá si estabas inspirada...

Me gustaría volver y ver si en mi buzón siguieron llegando cartas.
Pero no puedo.
Estoy rodeado.
No los puedo ver, pero estoy rodeado.
Están ahí, te lo juro, están ahí.