sábado, 24 de abril de 2010

La soledad de la risa (en tercera persona).


Fuera de su casucha, Jean no tenía mucho para decir.

Las risas extrañas lo empalagaban, y el apagón solo se venia con una buena copa arpía, de esas que poco expían.

De las más lindas para brindar, lástima la calidad del cristal.

Marcos, no solo se dejaba, era una persona poco franca.

Cuando una sonrisa lo estremecía, solamente se limitaba a grabarla.

Amaba imaginar que pasaba, mientras su melancolía le pesaba.

Pero el saber que alguien contenía un llanto lleno de optimismo era un apósito para su, al parecer, mal llevada alegría.

Jean dejando noches en vela, vacilando una llamada en espera, espera aún que el reclamo sea grato.

Sin querer sonar barato, no sabia que recuerdos deberían ser velados.

Camina por la calle y la lluvia le da gusto sin par.

Nadie entendía que el deleite provenía del pasado desigual,

Para el las gotas tenían vocación para lavar.

Y no quiere resucitar, prefiere dejarlo solo dentro de su paladar.

Vestía sombreros con pasión hacia la coherencia,

No más temía la falta de banalidad, pero necesitaba resaltar.

Quien sabe si era lo debido, pero le hacia falta lo motívico.

No tenía mucha afinación, pero siempre era la misma canción que cantaba.

Intentando ser desenvuelto para la sociabilidad, la realidad lo desalentaba.

Y con desgano nuevamente se levantaba, arriando y de nuevo a las pocas andadas, que solo dentro de su mente se dibujaban.

Marcos no tenía miedo al hablar, pero prefería simplemente escuchar.

Su opinión era conocida pero poco divulgada,

“Un folletín lírico de ideas gastadas, pobremente usadas”.

Pero cuando veía sonreír a alguien, su discurso se desviaba.

Empatía que se confundía con la rabia, mientras las palabras se desfiguraban con el humo que exhalaba.

Para él fumar era la forma más linda de no decir nada, solo que con su mirada, alejaba posibilidades que ahora en el futuro extrañaba.

Nunca supo que podía perder, pero tampoco quiso encontrarlo, necesitaba sentirse un poco nostálgico.

Remiendo inútil para el pobre romántico.

No tenia clara la concepción del porque, aunque todavía lo sigue intentando.

¿Para que uno cuenta la vida de aquellos que, con acotada simpleza, dan valor al inquisidor en tiempos de amable torpeza?

Callamiento destinado al boceto, para el que no llora por angustias propias.

Al que la mugre no mancha.

Destina fabulas sobre mímicas expresiones que por demás para él no fueron ejecutadas.

Cualquiera fuera su impericia, no puede ser juzgada, menos en su bochorno de quietud.

Tiembla con tangos a la noche, el viejo esta lejos de ser un compadre.

Un ratito más de reproche, no duerme por más sueños que se descorchen.

Tiene miedo de levantarse y sentirse menos persona y más cobarde.

Acorde al corte, la persona marchita de sueños precoces,
A falta de bote,
Necesita de ellos para salir a flote.
Sin importar el rumbo de la deriva,
Ni quien capitanea sus ilusiones.
Que mas quisiera, si solo mis promesas fueran hechas con conciencia.
Son esas cosas que dejas en que "solo pudieran".