domingo, 9 de noviembre de 2008

Ladrón Onírico De Sueños Ficticios.




En medio de la noche intento abrir la puerta.
El picaporte grita, chirrea con odio, pero igual cede a mis objetivos, sin mucho fundamento, desganado, sin tener convicción, pero se deja ante mi figura, no tan representativa como parece.
La casa esta en silencio, obscura.
Siento que algo me falta.
Miro hacia atrás, hacia mis costados.
No, no es mi sombra, seguro que esta fundida en la obscuridad.
Siempre era lo mismo. No se sentía cómoda vagando tras de mi. Pero nuestra relación era algo simbiótica.
Yo la protegía de la luz.
Ella lucha contra las tinieblas cuando me siento vulnerable.
Estaba siendo útil.
Me recuesto en mi sillón, miro por la ventana y como quien no quiere la cosa le encuentro la vuelta. Mi inutición no era lo que era antes.
Lo que sea que perdí, venia conmigo en el micro.
Se debía haber bajado unas paradas después. Talvez ya habia llegado a la terminal.
Echado en el sillón, dentro de mi cabeza se escuchaban los murmullos de sus zapatos retumbando por la vereda.
Tenía miedo.
Esperaba que toque golpeara la puerta, así yo podía decirle “no te escuché” o “pensé que era un árbol”.
Pero no, el timbre delator me mandaba un mensaje más directo, un abucheo a mi moral escapista de la cual no me podía destilar.
Mis pasos dan lugar al eco.
Dentro de mí los sonidos se distorsionan, conjugan frases enteras, hermosas, que no se me podrían haber ocurrido si no fuera victima del miedo frente a lo que se venia., me daban razones para volver al pasado, para no avanzar, para seguir.
Pero todos esos argumentos no son validos ahora, el tiempo es una guadaña que para mi, ya había caído hace rato.
Abro la puerta, ya sin miedo, ya sin dudas. Resignado.
Ahí me encuentro, como si nada, como si no me hubiera quedado en el micro mas de 10 minutos esperando no volver a encontrarme. La razón era tácita. Lo que no entiendo es por qué volvía.
En ese instante nos miramos, tengo que admitir que el tiempo nos fue cómplice en ese momento, que nos podríamos haber demorado una eternidad. Pero ahí estábamos, los dos, en plena mañana, solo a un par de horas de encontrarnos.
La luz podía entrar por la ventana de nuestra casa, pero se retenía. La pena que sentía por nosotros era mas que su morbo.
El me pregunta que estuve haciendo todo este tiempo, yo no tenia ni ganas ni razones para contestar.
Me dijo que nos estaban boicoteando, nos habían dejado sin nada.
Yo ya lo sabía.
La luz se negó a seguir siendo parte de la mentira, y Apolo tubo una vez mas su rol frente a la ignorancia.
La casa estaba totalmente vacía.
Ni un solo rastro de su historia, mientras ese gesto daba a entender más de su historia que la imagen que tenia de sí mismo.
Le pregunté si el sabia algo de lo sucedido.
No me respondió, pero su silencio despilfarraba verdad.
El único autor era el que estaba sentado en su sillón, desde hace días.
Esperando no darse cuenta.
Esperando no llamar la atención del que había seguido de largo.
Esperando que cuando llegara a la terminal recapacite y no vuelva.
Esperando que no se baje del micro para volver a su casa y darse cuenta de lo que se había hecho.

No hay comentarios: